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Opinión

La columna de J.J.Jinks: Asilvestrados

La columna de J.J.Jinks: Asilvestrados

La irritación con nuestros parlamentarios es que salen a celebrar un resultado dejando el problema intacto. Frente a los temas espinudos se privilegia la cuña, el impacto de corto plazo, la demonización del oponente.

Por: J.J. Jinks | Publicado: Sábado 20 de abril de 2024 a las 21:00
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Luego de la contundente derrota que sufrió el proyecto de ley que autorizaba la caza de perros asilvestrados, donde los promotores de la idea sólo consiguieron un puñado de votos favorables, los orondos legisladores triunfadores salieron a vocear su éxito.

Envalentonada, la diputada Gael Yeomans calificó la propuesta como un retroceso civilizatorio con la sobriedad y contención que acostumbran nuestros políticos. Para su sorpresa y la de casi una centena de diputados, se encontraron con una airada reacción de la comunidad opinante, desde ecologistas, exministros de Medio Ambiente y decenas de miles de opinológos caseros fustigaron con dureza la decisión.

En el último tiempo se han sucedido los casos tanto de personas como animales atacados salvajemente por jaurías de perros. Conocidos son los casos de pudúes, cóndores, vicuñas, entre otras especies muertas en feroces ataques.

Lamentablemente, muchas de ellas corresponden a poblaciones pequeñas en peligro de extinción, lo que hace aún más grave el descontrol al respecto. ¿Es la caza propuesta el mejor mecanismo para enfrentar el problema? La verdad es que no lo sabemos, pues pese a las exacerbadas emociones que se desatan cuando la discusión involucra animales (increíblemente muy superiores a cuando son seres humanos), este sigue siendo un tema técnico y que requiere ser abordado como tal.

Probablemente asustados frente a la posibilidad de que se les catalogara de asesinos de animales ,se apresuraron en votar en contra para sacarse el incordio de encima y a otra cosa mariposa. Reconocer el problema, generar un diagnóstico, preparar una propuesta técnica y consensuar una votación parece muy tedioso para los congresistas siempre listos para la frase rimbombante o el lienzo desplegado con la consigna y la selfie de turno.

Tampoco éste se trata de un tema que se debiera dilucidar de acuerdo al eje gobierno-oposición, hasta donde sabemos los perros asilvestrados no votan ni siquiera con el voto obligatorio. La irritación con nuestros parlamentarios es que salen a celebrar un resultado dejando el problema intacto. Detrás de la molestia de la ciudadanía es la percepción de un modus operandi.

Frente a los temas espinudos se privilegia la cuña, el impacto de corto plazo, la demonización del oponente; han optado por tratar a los chilenos como seres no pensantes y, por tanto, ellos tampoco necesitan pensar.

La eventual caza de perros asilvestrados es un tema que puede ser considerado de nicho, dado que principalmente afecta a zonas rurales específicas, pero funciona como un excelente ejemplo de lo que ha pasado en materias de impacto mucho más general como seguridad, inmigración y temas económicos como pensiones e impuestos.

La imprescindible discusión tecnocrática requerida para sacar adelante proyectos complejos y que afectan a la población por años hoy están aplastados por la política y lo que nuestros parlamentarios se imaginan, no siempre con buen ojo como ha quedado recientemente demostrado, que son las pasiones y pulsiones mayoritarias de los chilenos.

En buena hora pareciera haber signos de agotamiento con la política de eslóganes y memes, pero para que aquello se trasunte en algo importante los primeros en abandonar el comportamiento asilvestrado deben ser nuestros honorables congresistas.

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